Financiación de los Partidos Políticos, ¿sí o no?
Por Francisco Portes B.- Desde hace un tiempo, se ha venido hablando a cerca del financiamiento de los partidos políticos con los recursos del presupuesto nacional, o sea, que el Estado aporte una partida importante para que las organizaciones políticas reconocidas hagan su campaña e incurran en otros gastos, como actividades de distintas naturalezas en su haber.
Actualmente la posición de quienes no aceptan que se financien los partidos se ha recrudecido y hasta radicalizado, llegando al extremo de poner a circular un libro para que igual que ellos, quienes no estén de acuerdo lo firmen, dicho libro, está circulando o se pondrá a circular hasta en la comunidad internacional.
Quien suscribe este artículo está de acuerdo con el financiamiento, no percibo ni he percibido ningún tipo de beneficio de partido alguno; pero entiendo que para que haya equidad, igualdad y competencia es menester que también haya distribución igualitaria, que ninguno lleve ventaja sobre los otros, en un proceso electoral.
De no permitirse el financiamiento en condiciones igualitarias, entonces, quien detente el poder o la administración del Estado engullirá a sus adversarios, debido a que maneja el erario público, todos los presupuestos de las instituciones que conforman la administración pública y usan dichos recursos a su antojo y sin control.
Si hubiese existido la modalidad de la administración compartid, según la cantidad de votos obtenido por cada partido, como existe en los municipios y en el Congreso Nacional con la proporcionalidad de puestos según su votación, entonces se pudiera eliminar el financiamiento, quiero decir con esta posición, que si el partido que obtenga la segunda mayoría de votos tuviera algunos ministerios o direcciones generales del tren gubernamental no necesitaría asignación de fondos.
Ahora bien, lo que debe funcionar es un buen monitoreo control, y fiscalización de los fondos y gastos de los partidos, que se usen con diafanidad y credibilidad, que los informes financieros sean verificados rigurosamente, que exista sanciones para los que le den un uso distinto a los fondos recibidos, tales como recibos firmados y con la cédula y teléfono de quien reciba alguna asignación.
En cuanto al libro que circula para la puesta de la firma en rechazo al financiamiento, los partidos o sus dirigentes han sido legos y parsimoniosos, porque ellos debieron también hacer el suyo y, en igualdad de condiciones ponerlo a circular, buscando su firma, para que se mantenga la asignación de recursos para las actividades propias de los partidos políticos, y, me parece que pueden ganar la batalla con mucha ventaja.
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