Los dominicanos piden un Bukele, pero no aguantan una Faride
Los dominicanos piden un Bukele, pero no aguantan una Faride, inicio este artículo con esa contundente frase porque resume la complejidad de un debate que ha ocupado el espacio público en los últimos días. Se trata de la polémica desatada alrededor de las iniciativas impulsadas por la ministra de Interior y Policía, Faride Raful, una funcionaria comprometida con el orden y la seguridad ciudadana. Sin embargo, esa dedicación no ha sido suficiente para librarla de una campaña de descrédito que, con claras intenciones desestabilizadoras, pretende distorsionar la realidad de sus acciones y desviar la atención de los objetivos centrales de su gestión.
No es un secreto que la delincuencia y la criminalidad constituyen uno de los problemas más acuciantes para el pueblo dominicano. En respuesta, Faride Raful ha tomado medidas concretas para combatir estos flagelos, como la regulación de los horarios de expendio de bebidas alcohólicas, los altos decibeles de la música que llevan intranquilidad a la ciudadanía que ve cómo irresponsables no respetan su derecho a dormir tranquilamente. A esto, además, se suma que a altas horas de la noche aumenta de manera considerable el consumo de sustancias ilícitas. Estas iniciativas, aunque necesarias, han encontrado resistencia, no sólo entre algunos comerciantes que ven afectado su negocio, sino también en ciertos sectores mediáticos que han orquestado una campaña de desinformación. Se trata de una conspiración que busca frenar los esfuerzos por normalizar el país y garantizar la seguridad ciudadana.
La importancia de regular el desorden
El Ministerio de Interior y Policía, a través del COBA, ha puesto en marcha una política destinada a fiscalizar los establecimientos que, al exceder los límites del horario de expendio de bebidas, y otros que sin ningún tipo de permisos contribuyen al desorden nocturno y fomentan incidentes como accidentes de tránsito, riñas y delitos. Este esfuerzo no pretende perseguir a los comerciantes, sino establecer una convivencia equilibrada y respetuosa de las normas. Sin embargo, es fundamental que esta regulación vaya acompañada de una adecuada orientación a los agentes encargados de hacer cumplir la ley, para que actúen con disciplina, educación y firmeza.
El pueblo dominicano no puede aspirar a un modelo de orden como el de El Salvador sin antes asumir su propia responsabilidad en la construcción de una sociedad más segura. Esto incluye apoyar a Faride Raful, quien ha demostrado valentía y visión para enfrentar desafíos fundamentales. Si realmente deseamos combatir la inseguridad y erradicar la impunidad, debemos respaldar las iniciativas que buscan poner orden en nuestras calles. Porque, al final, la solución no es solo pedir un Bukele, sino también valorar y apoyar a quienes, como Faride, trabajan con integridad para lograr un país más justo y seguro.
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