Un Barça al límite: sin Lamine, sin excusas… pero con espíritu de campeón
Tenía que llegar el día. El Barça, tarde o temprano, debía probarse sin el genio de Lamine Yamal. Jugar sin el futbolista más desequilibrante del planeta era renunciar al as bajo la manga, a la magia que siempre ofrece una salida. Pero también era el momento de comprobar si este equipo tiene algo más que talento individual. Y lo tiene: carácter.
El equipo de Hansi Flick sobrevivió a un partido que tenía perdido. Cayó 1-3, sufrió la lesión de Lewandowski, fue un caos en defensa, pero encontró la fe en los momentos más oscuros. Se rehízo con la entrada de Lamine y Dani Olmo, y remontó con un penalti agónico transformado por Raphinha en el último suspiro. 4-3. Victoria de las que valen títulos.
Ferran muerde primero, pero el Barça se enreda
El arranque fue prometedor. Ferran Torres abrió el marcador con una jugada coral iniciada por Raphinha y Fermín, y definida con elegancia por el delantero español. El sol brillaba en el estadio y la tarde parecía propicia para una fiesta azulgrana. Pero el fútbol, caprichoso, cambió de guion.
Szczesny falló en una salida, Borja Iglesias empató, y el Barça se vino abajo. Sin profundidad, sin ritmo, sin ideas. Balde no estaba, y se notó. Gerard Martín vivió una pesadilla en la banda izquierda. El Celta crecía con cada avance.
Errores, caos… y un doblete letal de Borja Iglesias
La segunda parte comenzó con más dudas. El Barça estaba desorganizado y vulnerable. En medio del desconcierto, Borja Iglesias se convirtió en pesadilla. Aprovechó un error garrafal de De Jong en la salida y luego definió con sangre fría en un mano a mano tras un rechace. 1-3 y el Camp Nou en silencio.
El cambio que lo cambió todo: Lamine y Olmo al rescate
Y cuando el naufragio parecía inevitable, llegó la reacción. Lamine Yamal y Dani Olmo entraron con hambre y fútbol. Olmo anotó el segundo tras una jugada de fantasía de Lewandowski y Raphinha. Luego, Raphinha remató de cabeza tras un centro del propio Lamine: 3-3 y el estadio enloquecido.
El partido se convirtió en un huracán emocional. Con más ímpetu que orden, el Barça lo siguió intentando. Y en el descuento, llegó el penalti sobre Olmo. VAR de por medio, nervios, y Raphinha, con hielo en las venas, firmó la remontada.

Este Barça no se rinde
El Barça ganó un partido que tenía que haber perdido. Lo hizo sin Lamine en gran parte del duelo, sin Lewandowski en el cierre, con errores impropios… pero con una fe inquebrantable. Flick tiene equipo. Tiene alma. Y tiene una Liga que aún no se rinde.
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