Las Cartas de Manolo: Carta al olvido

Señor Olvido, después que escuché la frase que dice “todos los dioses que han muerto es por causa del olvido”, yo prefiero que me dejen de querer, pero que nunca me olviden, porque si algo no te agrada, quítales el único poder que él o ella tienen: tu propia atención. Si quieres olvidar un programa de televisión, deja de verlo, y en poco tiempo ya no sabrás si el programa sigue. Así mismo se da en la vida real.

Recuerdo siempre a mis maestros que decían que el oro, la plata, la perla, adquieren valor porque existe el ser humano. Para un perro, con una cadena de oro o un lazo viejo y feo, es la misma condena ha tener que caminar hasta donde llegue la soga o la cadena de oro.

Señor Olvido, dice el cantante Arjona que el problema no es ella, sino él (Arjona). Todo el mundo sabe que ella es una bandida mentirosa, pero Arjona cree en ella, y ella se va lejos de vacaciones, lo cual no tiene nada de malo, pero Arjona la extraña. Ella vive, pero Arjona está cerca de la muerte, porque la muerte es más universal que la vida. Todo el mundo muere, pero no todo el mundo vive, existe.

Querido Olvido, creía que la ausencia de ruido me podría producir silencio, pero ahora, con esta edad, los recuerdos me producen impotencia, me quitan las ganas de comenzar y tengo miedo de caminar para no caerme, porque antes me paraba con facilidad. Caminó algunos pasos de espalda en búsqueda del pasado, porque en este presente me nubla para ver el futuro.

No es verdad que todos los túneles tienen una luz al final; hay túneles sin luz al final, sino que hay que vivir para siempre en la oscuridad. Homero, el historiador, era ciego y murió sin ver la luz, y dejó muchas cosas importantes para la humanidad. Igual que el poeta argentino Jorge Luis Borges, en pura oscuridad siguió escribiendo. Otros se sientan en medio del túnel, en espera de que llegue la supuesta luz del final del túnel. Esos infelices hace tiempo que están muertos.

Querido Olvido, tú eres la solución de los grandes problemas amorosos que nos aplastan, que nos reducen nuestra personalidad por debajo de la nada. Tengo amigos que no me ayudan, que empeoran mis sentimientos, que me reducen al tamaño de una rama sin capacidad de croar para pedirle a Dios que siga la lluvia.

Querido Olvido, sé que eres un poder, pero en manos de los fuertes, de los grandes, de los humanos que nacieron con suerte. Pero yo soy el adulto que, desde niño, me hicieron sentir el más feo de la familia.

En los grupos deportivos siempre estaba en el banco, y con las muchachas que siempre me gustaban, eran las más bonitas, las más engreídas, las mejores estudiantes del curso, las que cantaban y bailaban en el grupo artístico. Casi siempre tenían novios, y si no tenían, no me hacían caso.

Solo pensaba en tres cosas: soy una mierda uno, una mierda dos y hasta tres. Un día me miré en el espejo y me descubrí que no era tan feo, quizá hasta gracioso. Todo eso fue el día que cumplí mis 70 años.

Tenía 70 años totalmente equivocado en mi apreciación. Ahora, maldito Olvido, ¿qué hago con estos 70 años equivocados? Que ya son parte de mí, de mi costumbre, ¿qué les aconsejo a mis nietos y mis sobrinos que quieren mis consejos? ¿Qué les digo, señor Olvido?

Y tú dices que no escuchen canciones con las siguientes frases:

1. No puedo vivir sin ti; 2. Me hace tan feliz; 3. Me hace sentir como un hombre o mujer; 4. No eres nadie hasta que alguien te quiera; 5. Todo depende de ti; 6. Me hace sentir completamente nuevo; 7. Sin ti me voy a morir; 8. Tú eres el rayo de sol de mi vida; 9. Sin ti yo no soy nadie. Por último cada ser humano tiene su propio túnel, más oscuro o más claro. En ti está la felicidad, no en el otro. El oro tiene valor, pero no tiene conciencia en sí mismo; él no sabe lo que vale. No ames hasta que no tengas la capacidad de olvidar.

Atentamente,
Manolo Bonilla
El olvidado

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