En los 55 años de la fundación de la ADP por su renovación sin populismo

Al llegar a los 55 años de existencia de la Asociación Dominicana de Profesores ADP es sin lugar a duda un hecho extraordinario muy importante. Alcanza la dimensión de un gran acontecimiento porque tiene lugar en una coyuntura, en la cual el movimiento sindical registra severos signos de debilidades, donde encontramos a una dirigencia agotada y en la mayoría de los casos vendida al mejor postor y, a cada cambio de gobierno.

La ADP, luces y sombras en su devenir histórico ha construido ricas experiencias de luchas y ha conquistado importantes reivindicaciones económicas, sociales y profesionales para el magisterio nacional. La revolución tecnológica que tiene lugar en la presente coyuntura histórica que vive la humanidad, redimensiona el relevante papel que siempre ha jugado la educación en el proceso de producción de bienes y servicios; este hecho consolida la educación como la vía más expedita para cristalizar las aspiraciones de desarrollo, progreso y bienestar general de la nación y esto significa un reto, un gran desafío al sindicato magisterial que está desafiado a producir una profunda reflexión que nos permita, partiendo de nuestras experiencias, reorientar nuestra vida interna, redimensionando el quehacer cotidiano de la ADP.

Debemos garantizar la identidad de propósitos, innovar en los métodos de lucha, retomar los vínculos con el resto del movimiento social, sindical y patriótico, democrático, así como una gran inversión en la formación de nuestros dirigentes medios y maestros en sí, conforme lo reclama un mundo competitivo y globalizado.

Estos cincuenta y cinco años han sido de una gran unidad con respecto a la diversidad, donde nada ha sido regalado al magisterio. Nada se le ha concedido por la gracia de las autoridades. Lo poco o mucho que hemos ganado, ha sido el producto de la lucha, de reclamos, de protesta, de movilizaciones, de paros y huelgas.

Tenemos muchos logros y entre ellos está, la propia existencia de la organización que defiende y reúne a los docentes. Teniendo bien

presente el magisterio, que la ADP es su garantía para defenderse y mejorar sus condiciones de vida y trabajo.

Casi todos los gobiernos y sus secretarios / Ministros de Educación en enfrentaron e intentaron destruir a la ADP. En la galería de los enemigos de los maestros y de su organización, poseen lugares relevantes Víctor Gómez Bergés, Leonardo Matos Berrido, Altagracia Bautista de Suárez, Pedro Manuel Porrello Reynoso y Andrés Navarro.

Estos funcionarios persiguieron, cancelaron y amenazaron a maestros y dirigentes de la ADP por reclamar sus derechos.

La ADP estuvo desde su nacimiento el 13 de abril de 1970, en una lucha tenaz, responsable y muy consecuente en la búsqueda de un régimen democrático, en base a la lucha en las calles y las escuelas contra el terror de los 12 años del neotrujillismo encarnado en el balaguerismo, contra la banda colorá, por el retorno de los exiliados, libertad de los presos políticos, hemos logrado avance, pero en el campo cuantitativo, no en el cualitativo porque adolecemos de beneficios sociales adicionales al salario como una vivienda justa entre otras.

La ADP, debe retomar las asambleas de las escuelas, muy pocas la realizan, porque la misma es la base y fortaleza del sindicato, que los cuantiosos dirigentes nacionales bajen a las bases, no solo a una que otra asamblea de seccionales para dejarse ver y justificar viáticos, sino para compartir y discutir en democracia, que los estatutos sean reformados para que el Comité Ejecutivo sea menor y que el encuentro o informativo de los siento setenta y cuatro presidentes de seccionales sea DELIBERATIVO, no consultivo.

La ADP debe instruir y formar al magisterio en la búsqueda de recuperar su propia autoridad, su eficacia, su prestigio, relevancia su trascendencia y preponderancia.

Creemos y entendemos que nuestro sistema educativo debe seguir transformándose para poder responder, cada vez más a las necesidades de la sociedad y, al propio hecho de que el mundo avanza muy rápido y debemos actualizarnos, entendiendo además que nuestros alumnos e hijos necesitan mayor educación que las que nosotros hemos recibido, porque los desafíos que les esperan son

mayores. Esto se logra obligando al Estado y sus instituciones a realizar las debidas, correctas y oportunas inversiones priorizando los gastos superfluos que se hacen a todos los niveles, de las ostentaciones de riquezas y de la corrupción que todavía está presente, además de librarnos en la vanidad del poder, poniendo lo político por encima de lo académico y lo institucional.

Compañeros Adepeista, mantengámonos firmes en los propósitos que son buenos y justos. Rompamos con el populismo y las irresponsabilidades de no seguir transformándonos para colaborar en educar a los educandos en hombres y mujeres ejemplares, ciudadanos decentes, democráticos, pulcros, progresistas y defensores de los derechos públicos cumpliendo con nuestros deberes, entendiendo que la educación es el primer paso para una expansión equitativa social, económica y cultural.

Seamos sinceros en nuestros deberes y derechos por una ADP reflexiva, combativa y al servicio de los mejores intereses de la sociedad.

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